¿Recuerdas el momento en el que
nos conocimos? ¿Recuerdas nuestra primera conversación? Para mí, aquella
conversación fue especial. Fue única. Todo pasó a un segundo plano por unas
milésimas de segundo. Mi mirada se concentró en tu sonrisa. ¿Sabes? Desde el
primer momento supe que tu mirada escondía una pregunta y que la respuesta a
esa pregunta la contenía tu sonrisa.
¿Recuerdas lo que pasó días más
tarde? Todo seguía igual. Igual de bien quiero decir. Pero, luego todo se fue
¿complicando? No sé. No sé qué pasó. Solo recuerdo que yo empecé a sentirme
especial a tu lado. Solo sé que contigo era feliz, al menos tenía momentos
inolvidables. Pero, ¿sentías tú lo mismo? No sé. Tal vez nunca lo sepa. Pero,
¿acaso importa eso ahora?
¿Recuerdas el primer obstáculo?
Te dejaste tirar. Caíste. Tropezaste con aquella enorme piedra que te alejaba
de mí. Aquella misma que te arrastraba hacia el suelo.
¿Recuerdas que hasta aquello
logramos superarlo?
¿Te das cuenta? Nunca hemos podido poner un punto final. Nunca hemos podido cambiar de capítulo. Ni siquiera hemos sabido pasar página. Parece que desde el principio esa página pesaba demasiado o quizás detrás de ella se esconda una hoja en blanco que ambos debemos rellenar.
Y ahora, míranos. Apenas hace un año que nos conocemos. Apenas hace meses que esto tuvo su principio. Pero, todo sabe a poco si es a tu lado. Todo parece eterno estando lejos de ti. Y, ¿qué hay de malo si lo mismo que me hace feliz, me quita las ganas de vivir?